sábado, 3 de diciembre de 2011
Empezar de cero
martes, 29 de noviembre de 2011
Decisiones irracionales
¿Puedo decir algo? Lo siento. Siento no apreciar lo que tengo tanto como se merece, siento darle importancia a aquellos a los que no les importo,siento muchisimo ser así de irracional.
Pero, ¿una vida absoluta y totalmente racional, sería vida?
Nunca me había planteado esa pregunta hasta hace un tiempo. Hasta que alguien me dijo: "piensa las cosas, pero lo justo y necesario; porque los mejores momentos surgen de decisiones tomadas sin pensar".
Con esto no quiero decir que ahora nos tengamos que tomar la vida a la torera. Pensemos, pensemos en nuestras decisiones pero, una vez decididas, dejemos de pensar en cambiar su resultado. Porque en una resta TÚ decides si el número mayor va delante o no, decidiendo el valor del resultado.
Una pequeña mentirosa
lunes, 28 de noviembre de 2011
Cómo el Sol se ha tragado su luz
Su vida estaba sentada sobre un taburete de tres patas, dos de ellas ahora más cortas de lo normal y la tercera, a la tercera se la está llevando la soledad. Porque le cuenta sus problemas a la gente, y la gente le da consejos y le demuestran que les importa, pero a ella no le sirve. Ella conoce sus problemas, sabe lo que hay que hacer, pero por mucho que lo hace... la cosa no mejora.
Tiene la esperanza de que el tiempo lo cure todo, cure las heridas, los malentendidos, y se lleve los miedos; pero también sabe por experiencia que el paso del tiempo sólo funciona si algo se ha aceptado y entendido completamente, sino todo vuelve, un día u otro, con más fuerza.
Necesita que la escuches, que la sigas tratando como la tratabas antes. Necesita que la vuelvas a hacer sonreír y que le lleves la contraria de vez en cuando, sólo de vez en cuando. Le hace falta esa chispa que hacía que se encendiera la luz en su cara. También necesita verte, porque hace mucho que no te ve, y escucharte no le sirve, porque sabe que algún día te irás y no puede soportar imaginarse que lo harás sin que te haya dicho lo mucho que te quiere. Y sobretodo le hace falta recuperarte, no le vale tenerte a medias, eras una de esas patas que la sostenía y ahora te ve y te nota ausente, débil, sin fuerzas para protegerla.
¿Y yo? Yo sólo quiero que ella vuelva a ser como antes, porque la echo de menos y no podré soportar mucho más verla así. Es demasiado duro verla y recordar que ella, toda ella, era una risa permanente, una cascada de autenticidad y vitalidad. Y ahora sólo quedan las rocas, aquellas que hacen piedrecitas con las que cada día se va tropezando, y que hacen que se vaya secando con ese Sol que se ha tragado su luz.
Una pequeña mentirosa