sábado, 3 de diciembre de 2011

Empezar de cero

"What happened to her could happen to any current person". Tan cierta y tan poco pensada esta frase... Criticamos a la gente, y digo "criticamos" porque sí, todos los hacemos, sin excepción; pero nunca nos paramos a pensar objetivamente si nosotros, en su situación, hubiésemos actuado de manera distinta. 

Era feliz con su vida, no es que lo tuviese todo, ni mucho menos, pero con lo que tenía era más que suficiente. En su receta no faltaba ni una pizca de ninguno de los ingredientes esenciales: tenía la cantidad justa de amigos, ni pocos ni demasiados; recibía el cariño que necesitaba a modo de cuenta-gotas para evitar ahogarse, y sabía la forma perfecta para esquivar todos los problemas que pudieran estropear ese sabroso pastel.
Pero cuando el refrán de "la primavera la sangre altera" se cumple, ninguna receta asegura un resultado perfecto. Todo cambia, el tiempo de cocción se vuelve relativo, algunos de los ingredientes aumentan en tal cantidad que te ahogas si alguno de ellos te falta, y cada vez quieres más, te vuelves avariciosa, egoísta, pero también decides empezar a decidir con un "nosotros" al principio de tus frases, no con un "yo".

Y eso fue lo que le ocurrió. No lo buscaba, pero tampoco lo rechazó, decidió cambiar el cuenta-gotas que le proporcionaba cariño por la inyección intravenosa, y empezó a sufrir de adicción. Creía que controlaba, que podría dejarlo cuando quisiera pero, al igual que cualquier vicio, ese no iba a ser menos. Todos aquellos amigos intentaban convencerla de que no era bueno para ella, que por muy querida que se sintiera, no era así. Simplemente estaba siendo la guinda del pastel de otro, y a las personas nos gusta disfrutar de esa guinda, pero si no la tenemos tampoco pasa nada. Y el día en que el pastelero decidió quitarle la guinda a su pastel, fue cuando ella comenzó a ahogarse; y no por exceso, sino por falta. Como cuando a un pez lo sacas del agua y no puede respirar, como cuando al alcohólico le niegas la última copa, como cuando a un niño le enseñas el caramelo y luego no se lo das.

¿Que sabía que le podía pasar? Sí. ¿Qué todos le advirtieron diciendo "te lo dije"? También. Pero eso a ella le daba igual, no le importaba el hecho, lo que había sucedido, lo que la mataba era la falta de explicaciones, la falta de razones para tener que volver al cuenta-gotas; y esa ausencia de "excusas lógicas" fue lo que la hizo decidir: ya no quería nada, ni si quiera una pequeña ración cada tres meses, dimitió sentimentalmente. Y ese fue, sin duda, el gran error.
Desde entonces sigue buscando una nueva receta, para poder recuperar lo que tenía y saber superar aquello que le hizo perder todo lo que tenía. Y creedme, reinventar la receta de tu vida es una de las cosas más duras y complicadas a las que puedes enfrentarte pero, como todo, no imposible. Ella va a seguir intentándolo, no va a rendirse, y solamente por eso tenemos prohibido criticarla; porque puede que nosotros hubiésemos tomado decisiones distintas a ella, pero nunca lo sabremos, igual que nunca podremos saber si nosotros, en su situación, seríamos capaces de empezar de cero.


Una pequeña mentirosa

martes, 29 de noviembre de 2011

Decisiones irracionales

¿Puedo decir algo? Lo siento. Siento no apreciar lo que tengo tanto como se merece, siento darle importancia a aquellos a los que no les importo,siento muchisimo ser así de irracional.

Pero, ¿una vida absoluta y totalmente racional, sería vida?
Nunca me había planteado esa pregunta hasta hace un tiempo. Hasta que alguien me dijo: "piensa las cosas, pero lo justo y necesario; porque los mejores momentos surgen de decisiones tomadas sin pensar".

Con esto no quiero decir que ahora nos tengamos que tomar la vida a la torera. Pensemos, pensemos en nuestras decisiones pero, una vez decididas, dejemos de pensar en cambiar su resultado. Porque en una resta TÚ decides si el número mayor va delante o no, decidiendo el valor del resultado.

Una pequeña mentirosa

lunes, 28 de noviembre de 2011

Cómo el Sol se ha tragado su luz

Tiene miedo, y es normal, tropezar dos veces con la misma piedra hace que le cojas un pánico terrible a esa piedra. Pero aún tiene más miedo de perderlo todo, porque tiene la sensación de estar sola en todo momento del día, incluso en el metro a hora punta.


Su vida estaba sentada sobre un taburete de tres patas, dos de ellas ahora más cortas de lo normal y la tercera, a la tercera se la está llevando la soledad. Porque le cuenta sus problemas a la gente, y la gente le da consejos y le demuestran que les importa, pero a ella no le sirve. Ella conoce sus problemas, sabe lo que hay que hacer, pero por mucho que lo hace... la cosa no mejora. 
Tiene la esperanza de que el tiempo lo cure todo, cure las heridas, los malentendidos, y se lleve los miedos; pero también sabe por experiencia que el paso del tiempo sólo funciona si algo se ha aceptado y entendido completamente, sino todo vuelve, un día u otro, con más fuerza.


Necesita que la escuches, que la sigas tratando como la tratabas antes. Necesita que la vuelvas a hacer sonreír y que le lleves la contraria de vez en cuando, sólo de vez en cuando. Le hace falta esa chispa que hacía que se encendiera la luz en su cara. También necesita verte, porque hace mucho que no te ve, y escucharte no le sirve, porque sabe que algún día te irás y no puede soportar imaginarse que lo harás sin que te haya dicho lo mucho que te quiere. Y sobretodo le hace falta recuperarte, no le vale tenerte a medias, eras una de esas patas que la sostenía y ahora te ve y te nota ausente, débil, sin fuerzas para protegerla.


¿Y yo? Yo sólo quiero que ella vuelva a ser como antes, porque la echo de menos y no podré soportar mucho más verla así. Es demasiado duro verla y recordar que ella, toda ella, era una risa permanente, una cascada de autenticidad y vitalidad. Y ahora sólo quedan las rocas, aquellas que hacen piedrecitas con las que cada día se va tropezando, y que hacen que se vaya secando con ese Sol que se ha tragado su luz.


Una pequeña mentirosa

Ella


Sale y se desmadra, y es que le encanta, pero a veces no controla.

Aún así vive del cariño, es una chica afectiva, pero sólo con la gente que lo es con ella. Porque lo sabe, y es consciente, que la gente que no demuestra afecto tampoco lo necesita. Pero ella sí: necesita que le digan que la quieren, sentirse querida o apreciada por la gente que la rodea. Y gracias a eso consigue muchas cosas aunque también se gana algún que otro problema. Demasiado sensible, sí, ella lo sabe; que cuando ella quiere a alguien y no le demuestran lo mismo con palabras, no es del todo feliz.

Que sí, que los hechos mueven el mundo. Pero para ella, lo que uno pueda expresar con palabras, sigue siendo igual de importante. Será extraña su forma de actuar, sus pensamientos y preferencias; pero es así y sino no sería ella.

Una pequeña mentirosa